Mi lugar de trabajo: Un rincón de cielo en la Tierra
Hoy, mientras me disponía a escribir, vi una imagen en Pinterest que me tocó profundamente: un hermoso campo de flores que se extendía hasta el horizonte. Al verla, algo en mi interior despertó. Me recordó ese lugar al que siempre regreso cuando cierro los ojos… un espacio de paz, donde siento el viento acariciar mi piel, ese mismo viento sagrado que me envuelve cuando me siento a orar, a meditar, o incluso cuando trabajo… sí, cuando escribo y comparto con ustedes todo lo hermoso que los seres de luz me entregan.
Ese es mi lugar de trabajo: un lugar lleno de paz infinita, de belleza natural, de presencias sutiles que me inspiran y me acompañan. Puede que físicamente esté en la sala de mi casa, rodeada de objetos cotidianos, pero mi alma se traslada a otro sitio. Mis manos se mueven solas sobre el teclado, guiadas por una voz interior que me conecta con el cielo.
He aprendido a volar sin alas. He aprendido a regresar a casa cada vez que cierro los ojos y me dejo envolver por ese espacio invisible, pero tan real. Un lugar que no necesita coordenadas, porque vive dentro de mí. He comprendido que nunca me fui del todo… simplemente elegí venir aquí, a esta vida, a vivir una experiencia terrenal para crecer, para aprender, para recordar.
Y al mirar atrás, me doy cuenta de cuánto he aprendido, cuánto he sanado. Hoy soy una persona más sabia, más pacífica, más feliz que aquella joven de 20 años que aún buscaba su lugar en el mundo. Hoy entiendo que ese lugar no se encuentra afuera… ese lugar se cultiva por dentro.
Este campo de flores que vi en Pinterest, este viento que sentí, es mi verdadero hogar. Y desde ahí trabajo, desde ahí sirvo, desde ahí amo. Porque cuando trabajas desde el corazón, no importa dónde esté tu cuerpo… tu alma siempre sabrá el camino de regreso a casa.