Encuentro con Miguel: Fluye con lo que eres
Hoy, durante mi oración con la Coronilla de Miguel, como en cada ocasión, me transporté a ese espacio sagrado al que llamo mi jardín del alma. Es un rincón de paz dentro de mí, un refugio donde la naturaleza se entrelaza con la luz celestial y donde mis amados ángeles me esperan con amor. Y, por supuesto, ahí siempre está él, mi amado Arcángel Miguel.
El clima era cálido, acogedor, con una brisa suave que acariciaba las flores y los árboles que rodeaban el prado donde nos sentamos. Todo en ese lugar respira vida, paz, certeza. Me sentí en casa, en ese rincón donde mi alma puede descansar, donde las palabras no se fuerzan, sino que fluyen como el río de luz que nos conecta con Dios.
Miguel estaba a mi lado, con su presencia firme y amorosa, su mirada radiante como el cielo despejado. En su presencia, siempre siento que no hay juicios, solo amor, solo claridad.
Entonces, con su voz serena y profunda, me dijo:
Miguel: Fluye con lo que eres.
Sus palabras se deslizaron en mi alma como un susurro de verdad, pero mi mente, inquieta como suele ser, buscó más.
Yo: ¿Y cómo es eso, Miguel?
Él sonrió con ternura y con esa paciencia infinita que me hace sentir que todo está bien, que todo está en su lugar.
Miguel: Haz lo que amas hacer. Lo que llevas escrito en tu corazón. Sabes a qué viniste, así que solo fluye con la corriente divina.
Su respuesta traspasó mis dudas y tocó algo profundo dentro de mí. Me di cuenta de cuántas veces me he detenido, preguntándome si voy por el camino correcto, si estoy haciendo suficiente, si debería esforzarme más, si estoy lista para lo que viene.
Miguel continuó, con esa firmeza que no impone, sino que libera:
Miguel: Porque hace mucho tiempo has esperado. Un nuevo ciclo, un nuevo nivel, como sueles decir. Pero ya no hay nada que esperar. Sé libre como Dios te creó, sin remordimientos, sin penas. Simplemente permítete sentir, servir, amar.
Sus palabras resonaban en cada célula de mi ser. No había complejidad en ellas, solo la verdad que muchas veces pasamos por alto.
Miguel: Ese es el propósito por el cual fuiste creada: para experimentar y entender el amor, para recordar quién eres en realidad.
Me quedé en silencio, dejando que su mensaje se asentara en mí como una semilla en tierra fértil. A veces buscamos respuestas complicadas, cuando la verdad siempre ha sido simple: vivir, sentir, servir, amar.
Miré el cielo de mi jardín del alma, respiré profundamente y, por primera vez en mucho tiempo, no sentí prisa. No sentí la necesidad de entenderlo todo de inmediato. Solo sentí paz.
Hoy entendí que no hay que forzar el camino, solo confiar en la corriente divina y permitirnos ser.
Y así, con una suave brisa acariciando mi rostro, supe que todo está bien. Que yo soy suficiente, porque soy amor, porque soy libre, porque soy luz. Y que Miguel, con su espada de verdad y su manto protector, siempre estará a mi lado para recordármelo.