Dios te dotó de luz

Hoy quiero abrirte el corazón y compartir contigo una de esas experiencias que dejan huella en el alma.
Estaba en silencio, conectada con la naturaleza, cuando sentí que el viento y las hojas me susurraban algo. Era Joel, un árbol que se ha convertido en un amigo y maestro silencioso, testigo de mis conversaciones con Dios y con los ángeles.

Sus palabras llegaron como un abrazo que atraviesa el tiempo, recordándome quién soy y la misión que habita en mi espíritu. Lo que vas a leer no es solo un mensaje para mí; es también para ti, para que recuerdes tu luz y la dejes brillar sin miedo.

A continuación, te comparto el mensaje tal y como lo recibí, con el alma abierta y la certeza de que fue inspirado por el Creador mismo.

“Dios te dotó de luz.
No la escondas, no la limites, deja que fluya como un río que encuentra su camino.
Permite que se filtre en la calidez de tu sonrisa, en la dulzura de tus palabras, en la ternura de tus abrazos y en la verdad de tus lágrimas. Que brille en cada oración que elevas, porque jamás podrás ocultar quién eres en realidad.

Eres una semilla sagrada que ha crecido al compás de las lecciones que la vida y los años te han regalado, regada por la luz del Creador en cada una de tus largas y sinceras conversaciones con Él.

A través de las enseñanzas de los ángeles aprendiste a mirar más allá de lo evidente, a contemplar el mundo con los ojos del corazón. Y esos ojos —capaces de reconocer la belleza en lo invisible— te abrieron la puerta a un reino que siempre ha estado ahí: el mundo espiritual.

Un mundo que existe para todos, pero que solo se revela a quienes se atreven a creer, a quienes no temen sentir profundamente. Porque es en ese salto de fe, en ese abrazo a lo invisible, donde se enciende la magia… y donde tu luz encuentra su verdadera razón de ser.”